domingo, 4 de septiembre de 2016

Educación ¿para qué? Alma Dzib Goodin

Educación ¿para qué?

Alma Dzib Goodin*
Le debo la inspiración para esta nota a mis buenos amigos José Manuel Bautista Vallejo de España y a José-Heber de León quien vive en la hermosa región de Chiapas en México. Todo comenzó con una publicación de José Manuel hace un par de semanas. Él escribió sobre la educación personalizada, aquí en el espacio de Educ@rnos. En los comentarios a su escrito comenzamos un debate sobre el tema de que la “educación” no puede ser personal por definición, pues ésta se estructura sobre la idea de lo que un grupo de personas decide que se debe aprender, bajo ritmos y paradigmas específicos, por ende, el estudiante se va a insertar en esta estructura y depende del estudiante que su desempeño sea adecuado, a partir de los parámetros específicos de clasificación que la educación tiene tanto interna, como externamente.
Hasta el momento, solo hay un modelo de aprendizaje personalizado, a mi parecer, que son las estrategias tipo Coursera, en los cuales uno puede estudiar lo que desee, en el momento en que se desee, al ritmo que se desee y permite incluso crear su propia ruta curricular. No existen limitaciones como perfil de ingreso o de egreso y es posible estudiar en grupo o sin socialización alguna. Cada persona pone sus propios límites. Además de todo, en general es gratuito, dejando sin excusas para no aprender.
Sin duda, habrá quienes digan que el modelo Montessori abrió la puerta para el aprendizaje personalizado, el cual en su visión original así fue, pero en el momento en que se inserta bajo un esquema educativo, comienza a tener programas que el alumno debe cumplir, además de que existen restricciones temporales, de espacio y de materiales.
Con este contexto, cuando mi amigo José-Heber me comparte algo que se conoce como la “escalera de la meta cognición” que marca el primer peldaño como, ¿qué he de aprender?; el 2 indica ¿cómo he de aprender?; el 3 dice ¿para qué me ha servido?, y el 4, que es el escalón más alto, dice ¿en qué otras ocasiones puedo usarlo?, es claro que es un modelo muy educativo, pues el aprendizaje comenzaría con el ¿para qué aprender?, pues es un proceso adaptativo, que responde al ambiente, y no requiere de un programa. A diferencia de la educación que siempre inicia con un “qué aprender”.
Es entonces que surge la pregunta del para qué de la Educación, aunque no se preocupen, no estoy en contra de ella, es solo que a diferencia de la naturaleza que incluso a nivel molecular trata de adaptarse al ambiente, de ahí que el aprendizaje y la memoria dependan de la plasticidad sináptica, la educación no ha cambiado el modelo de enseñanza desde sus primeras manifestaciones. Se continúa con alguien que enseña, bajo un programa y alguien que debe aprender dichos contenidos en un ambiente específico, bajo tiempos específicos.
La gran enseñanza de la naturaleza es que el ambiente guía las respuestas cuyo éxito depende de la capacidad de adaptación, no solo a nivel conductual sino genético, pues obedece a la necesidad de pervivencia de las especies. El único programa a seguir es mantenerse sobre la faz de la tierra.
¿Pueden los niños ser capaces de diseñar su camino de aprendizaje escolar?, las enseñanzas naturales dicen que no, es por ello que la mayoría de los mamíferos pasan tiempo con sus crías, y entre más grande el cerebro, más tiempo los padres han de cuidar y mostrar las conductas adaptativas a su medio. En este sentido, cabe señalar que el ser humano es la especie que cuida de sus crías por más de 20 años, no solo como naturaleza paterna, sino social. Somos la única especie que pasamos los mejores años de nuestras vidas escuchando, qué, cómo, cuándo y para qué aprender. Paradójicamente, somos también la única especie que al final de todo ese proceso, hemos de encontrar nuestros talentos y dar respuesta al ambiente; es por ello que hay tantos egresados con título universitario en el comercio informal o brindando servicios de transporte, pues las respuestas requeridas en el ámbito laboral no están incluidas entre sus habilidades, o bien deciden romper con los patrones impuesos.
Los pocos modelos educativos que escuchan la acumulada evidencia neurocognitiva, se enfrentan a una pared: eventualmente los estudiantes se han de integrar a una sociedad tradicional, donde se espera que los estudiantes estudien muchas horas, hagan tareas y sean pasivos. De ahí que la educación no pueda ser solo un tema de los académicos, los diseñadores curriculares o las autoridades, pues ha de ser una tarea para todos los niveles de la sociedad, de ahí que la pregunta que debería permear toda discusión en torno al aprendizaje sea: educación ¿para qué? y cada quien puede fijar su visión en torno a ello.
*Directora del Learning & Neuro-Development Research Center, USA. alma@almadzib.com